A lo largo de la historia, la estrategia de trabajar y aprender en conjunto ha sido bastante usada y difundida, aunque solo recientemente comienza a cobrar auge ya ser tema de investigación. Sin embargo, trabajar en forma realmente colaborativa no es fácil. No basta con disponer un grupo de personas en torno a una actividad y esperar a que llegue el aprendizaje. Además, es necesario estructurar actividades para alcanzar ese objetivo [Jaco95].
Hoy
en día están en boga términos como aprendizaje colaborativo y aprendizaje
cooperativo. Estos dos procesos de aprendizaje se diferencian principalmente en
que en el primero los alumnos son quienes diseñan su estructura de
interacciones y mantienen el control sobre las diferentes decisiones que
repercuten en su aprendizaje, mientras que en el segundo, es el profesor quien
diseña y mantiene casi por completo el control de la estructura de interacciones
y de los resultados que se han de obtener [Pani97]. En el aprendizaje
cooperativo se da, suficiente, una división de tareas; en el aprendizaje
colaborativo se necesita estructurar interdependencias positivas para lograr
una cohesión grupal [John93, Dill96]. Nuestro trabajo estará enfocado en el
aprendizaje colaborativo, entendido como el uso instructivo de pequeños de
forma tal que los estudiantes trabajan juntos para maximizar su propio
aprendizaje y el de los demás [John93]. Aquí los estudiantes trabajan colaborando.
Este tipo de aprendizaje no se opone al trabajo individual, ya que puede
observarse como una estrategia complementaria que fortalece el desarrollo
global del alumno. Existen tres tipos de aprendizaje, clasificados según el
modelo de trabajo ejercitado: individual, competitivo y colaborativo.
¿Qué es el aprendizaje colaborativo según Piaget?
El
aprendizaje colaborativo se sustenta en teorías cognoscitivas. Para Piaget hay
cuatro factores que
inciden
e intervienen en la modificación de estructuras cognoscitivas: la maduración,
la experiencia, el equilibrio
y
la transmisión social. Todos ellos se pueden propiciar a través de ambientes
colaborativos. En la teoría
constructivista
(Vigotsky, 1974), el aprendiz requiere la acción de un agente mediador para
acceder a la zona
de
desarrollo próximo, éste será responsable de ir tendiendo un andamiaje que
proporcione seguridad y permita
que
aquél se apropie del conocimiento y lo transfiera a su propio entorno. En
cuanto a las implicaciones
educativas
de los anterior, Coll y Solé (1990, p. 332), definen a la enseñanza como «un
proceso continuo de
negociación
de significados, de establecimiento de contextos mentales compartidos, fruto y
plataforma, a su
vez,
del proceso de negociación», lo que permite verificar las conexiones entre
aprendizaje, interacción y
cooperación:
los individuos que intervienen en un proceso de aprendizaje, se afectan
mutuamente,
intercambian
proyectos y expectativas y replantean un proyecto mutuo, que los conduzca al logro
mutuo de un
nuevo
nivel de conocimiento y satisfacción.
El
aprendizaje colaborativo, es otro de los postulados constructivistas que parte
de concebir a la
educación
como proceso de socioconstrucción que permite conocer las diferentes
perspectivas para abordar un
determinado
problema, desarrollar tolerancia en torno a la diversidad y pericia para
reelaborar una alternativa
conjunta.
Los entornos de aprendizaje constructivista se definen como «un lugar donde los
alumnos deben
trabajar
juntos, ayudándose unos a otros, usando una variedad de instrumentos y recursos
informativos que
permitan
la búsqueda de los objetivos de aprendizaje y actividades para la solución de
problemas» (Wilson,
1995,
p. 27).
EL MODELO DE APRENDIZAJE COLABORATIVO.
La educación tradicional, favorecida por los
modelos sociopolíticos convencionales, lejos de favorecer el
proceso
antes descrito, se ha empeñado en exaltar los logros individuales y la
competencia, por encima del
trabajo
en equipo y la colaboración; esta realidad, tal como lo señala Díaz Barriga
(1999, p. 52-53) se evidencia
«no
sólo en el currículo, el trabajo en clase y la evaluación, sino en el
pensamiento y la acción del docente y sus
alumnos».
Si
bien el conductismo planteaba la absoluta dependencia del docente, quien
dominaba la situación
educativa
y regía en el aula sobre sus alumnos, al hablar de aprendizaje colaborativo no
traspasamos esta
situación
al grupo, su esencia es mucho más compleja y enriquecedora: en el aprendizaje
colaborativo cada
participante
asume su propio ritmo y potencialidades, impregnando la actividad de autonomía,
pero cada uno
comprende
la necesidad de aportar lo mejor de sí al grupo para lograr un resultado
sinérgico, al que ninguno
accedería
por sus propios medios; se logra así una relación de interdependencia que
favorece los procesos
individuales
de crecimiento y desarrollo, las relaciones interpersonales y la productividad.
Aquí mencionamos varios aportes acerca del aprendizaje
colaborativo.
El
aprendizaje colaborativo es un proceso social en el que, a partir del trabajo
conjunto y el establecimiento de metas comunes, se genera una construcción de
conocimientos; de acuerdo con Guitert y Giménez (2000), se da una
reciprocidad entre un conjunto de individuos que saben diferenciar y contrastar
sus puntos de vista, de tal manera que llegan a forjar un proceso de
construcción de conocimiento.
Para Gunawardena, Lowe y Anderson, es un proceso en el que cada individuo aprende más de
lo que aprendería por sí solo, fruto de la interacción de los integrantes del
equipo. En el desarrollo de un grupo, la interacción se convierte en un
elemento clave, si se toma en cuenta que el proceso esencial es juntar las
contribuciones de los participantes en la co-creación de conocimiento (1997, p.
114).
Según Ritzer (1994), el aprendizaje colaborativo se da desde la
intersubjetividad al compartir espacio y tiempo con otros y, principalmente,
generando un conocimiento contribuido. Esta simultaneidad es la esencia de la
intersubjetividad; significa que el campo de la subjetividad del álter ego al
mismo tiempo se vive en el propio flujo de conciencia, y esta captación en
simultaneidad del otro, así como la captación recíproca del yo, hacen posible
nuestro ser conjunto en el mundo.
Por su parte, Casamayor (2010) afirma que el aprendizaje colaborativo permite a los
estudiantes desarrollar competencias transversales necesarias para el
desarrollo profesional, como son la planificación del tiempo, la comunicación,
la solución de problemas y la toma de decisiones; además, pueden fomentar la
capacidad innovadora y creativa, en definitiva, potenciar una mayor profundidad
en el aprendizaje.
Para Johnson y Johnson (1998, p. 1), el aprendizaje colaborativo es "... un sistema de
interacciones cuidadosamente diseñado que organiza e induce la influencia
recíproca entre los integrantes de un equipo". Se desarrolla mediante un
proceso gradual en el que cada uno de los miembros se sienten comprometidos con
el aprendizaje de los demás, lo que crea una interdependencia positiva que no
implica competencia entre ellos, y se adquiere mediante el empleo de métodos de
trabajo grupal; éste se caracteriza por la interacción de sus miembros y el
aporte de todos en la generación del conocimiento, donde se comparte la
autoridad y se acepta la responsabilidad, respetando el punto de vista del otro
para juntos propiciar un conocimiento nuevo.
💢RECURSO O FUENTE PARA CONSULTA.
Bibliografía.
https://doi.org/10.35362/rie3312923
COLLAZOS, César Alberto and MENDOZA, Jair. Cómo aprovechar el "aprendizaje colaborativo" en el aula. educ.educ. [en línea]. 2006, vol.9, n.2 [citado el
24-05-2022], pp.61-76. Disponible en:
<http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0123-12942006000200006&lng=en&nrm=iso>. ISSN
0123-1294.
https://rieoei.org/historico/deloslectores/322Calzadilla.pdf
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